GUACAMAYA ¡No somos defensoras de la naturaleza, somos la naturaleza! Cinco siglos (529 años) de genocidio, terricidio, saqueo y violaciones al territorio de Abya Yala. Cinco siglos de lucha y resistencia. Llevamos quinientos años vivas, defendiendo la vida con la vida misma. Nosotras tenemos espíritu y amor, soñamos con volver a los días claros y seguir por los caminos en armonía y equilibrio con nuestra madre: la tierra. El llamado "Norte Global" con su proyecto civilizatorio desde 1492 y la creación de estados obedientes al imperialismo norteamericano, ha convertido Abya Yala en la gran despensa de los mal llamados recursos naturales. Estados Unidos con sus intervenciones militares y políticas, junto con el neocolonialismo de empresas extractivistas, se reparten el territorio de Abya Yala a su antojo. Son sus propios gobiernos los que dictan leyes y todo un sistema de entramados genocidas que ellos mismos, a puerta cerrada unas veces y otras delante de todo el mundo, manejan a su voluntad. Una completa dictadura mundial. La llamada civilización implantada a base de genocidio y terricidio constante para obtener "recursos", no es comprensible ni justa. Nosotras entendemos la vida desde lo comunitario, desde la relación con la Madre Tierra. Para nosotras, civilización es equilibrio, armonía, vida, salud, paz. La acumulación de cosas en unas pocas manos a causa del asesinato de otras no tiene sentido, como tampoco tiene sentido permitir que esto siga sucediendo. Entonces, entendemos que nuestra tarea será la defensa del territorio, el agua, los bosques, los mares. Esta no es una historia del pasado. El proyecto de civilizar la tierra, de domesticar a sus habitantes y de hacer que los territorios sean grandes dispensarios para continuar con esta fabrica de muerte, es siempre actual. Hemos sufrido en nuestras carnes las penurias provocadas por este modelo de vida. Para nosotras, es, de hecho, un modelo de muerte. Allá por donde han pisado los pies del "progreso" y la "democracia", allá donde las manos del capital han tocado la tierra y sus hij@s, la muerte se ha impuesto como resultado. Los territorios en los que habíamos vivido milenios en armonía, se han visto reducidos a simples "recursos" de los que extraer las llamadas "riquezas" para seguir alimentando los caprichos de unos pocos. Nuestra Pachamama, madre de la que venimos, se ha visto contaminada, agotada, extraída, expoliada y, en definitiva, violada. Con su destrucción, ha venido nuestra destrucción. Con "Nosotr@s" decimos a todo lo vivo, desde plantas a animales y seres más pequeños. Este "nosotr@s" los abarca. Por ello repetimos que, junto con la destrucción de la tierra, ha venido la decadencia de tod@s nosotr@s. A estas alturas, en este tiempo, ya ha habido advertencias de que la tierra no soporta más. La capacidad de recuperación es cada vez menor mientras la muerte tiene cada vez más hambre de tierra. Este proyecto de progreso y civilización ha demostrado ser una completa desgracia. Esta agotando la vida a su paso por cualquier sitio. Los estados del llamado "Norte Global" no tienen ya espacios que no tengan algún rastro de esta desgracia: han destruido sus bosques y selvas, y las pocas que quedan se ven cada día más reducidas. Sus llamados "recursos" están agotados. Han pretendido mantener su falsa riqueza a costa de explotar, cometer genocidio y asesinar cualquier forma de vida en otros territorios. Abya Yala, la mal llamada América, es un de esos territorios de los que se nutren de manera descarada, predadora y asesina. Resulta de una hipocresía perturbadora y cínica que su propia ciencia les advierta que van por mal camino. El llamado "calentamiento global" es la fiebre de nuestro hogar que, como un cuerpo enfermo, eleva la temperatura interna porque se está resistiendo a algo dañino. Los llamados "hombres de ciencia" han advertido a sus propios amigos que están destruyendo demasiadas cosas, que la velocidad con la que lo hacen está condenándonos incluso a ellos mismos. Ni siquiera parecen escucharlos a ellos, a sus propios "hombres de ciencia" que se llenan la boca con palabras como "ecocidio", "pérdida de biodiversidad", "Una Salud", etc. Nosotros llevamos advirtiendo esto desde hace siglos. Herman@s del norte, del centro y del sur, l@s herman@s robados en otras tierras hemos constatado desde hace 480 años el paso y el resultado de la muerte que sigue a la civilización. Nadie ha querido escucharnos. Siempre han intentado callarnos. Primero con el genocidio (que hoy sigue ocurriendo), después con la imposición de naciones/estados que no nos representan y, más tarde, con pretensiones de arreglar el problema que ellos mismos han creado. Nos traen a nuestros territorios comisiones de derechos humanos, ONGs asistencialistas, misiones de cooperación y un largo etcétera de cosas que dicen "velar por nuestro bienestar". Esas "soluciones" que nos traen agrandan el problema porque lo tapan, le ponen un velo y es mas complejo que se haga algo efectivo. Estas tales "soluciones", llámense energías renovables, proyectos de cooperación, etc. solo han funcionado para expandir esos modos de muerte y para seguir colonizando nuestro pensamiento. Sus "soluciones" son nuestro problema. Lo único que queremos en realidad, como bien nos advierte nuestra propia madre, es que esto debe detenerse. Queremos que se detengan, que dejen de una vez de explotar, de colocar mineras, de contaminar, de esas ansias de dominio. Nuestro hacer es comunitario: por eso es fuerte, resistente, milenario. Nuestra forma de existir y de estar en el mundo es simple: vivir en armonía con lo que nos rodea. Vivir en armonía con el agua, con el aire, con la tierra como extensión de nuestro cuerpo, como extensión de nuestra salud y bienestar. Así es como nos pensamos, como parte íntegra de nuestros territorios y, desde este existir, actuamos. Sabemos que cortar los ríos es cortar nuestras venas, que envenenar la tierra es envenenar nuestro estómago, que contaminar el aire es contaminar nuestros pulmones. Como hij@s de la tierra, seres que salimos de ella y vamos a acabar en ella de forma irremediable, tenemos el deber de mantener en armonía estos ciclos. No solo por una cuestión espiritual, si no que supervivencial. Queremos vivir. Afirmamos la vida. Por eso sabemos que esto que hacen, es la muerte. A esa resistencia milenaria desde todas sus formas y vías que hoy continúan en los diferentes territorios de los pueblos de Abya Yala, se suma la propuesta Guacamaya mediante la filtración y sabotaje en los sistemas de estas empresas extractivas, la puesta en evidencia de los archivos de ellas para que tod@s vean sus destrozos y contra toda aquella entidad que siga este plan de exterminio. Continuamos, pues, esta tarea llamando a que se sumen más pueblos a desmantelar toda esta injusticia para buscar el equilibrio, que se sumen a este otro modo de lucha, de resistencia, y exigiendo que cesen ya el extractivismo y la colonización de Abya Yala. Por nuestros muertos, por nuestras ancestras, por el territorio, por la vida, por la tierra, ¡reparación y justicia! Entramos en sus sistemas tecnológicos y hackeamos. Nos infiltramos en sus entrañas. De esta manera buscamos reparación a sabiendas que el daño causado a la tierra, a sus hij@s y a la dignidad de las personas es irreparable, pero sepan que ahí estaremos para exigir cuentas. Servirá para honrar a nuestra Pachamama y nuestras ancestras, aportar una luz para los que vienen y seguir en resistencia defendiendo la vida. ¡Ya basta de tanta impunidad! Guacamaya somos todas. Del norte al sur de nuestra tierra de la sangre vital. Estamos en los colegios, en universidades, en las casas, en los montes, en las selvas. No somos defensores de la naturaleza, somos la naturaleza.